EL PAPEL DE LA ESCUELA
Así, la escuela y la familia son los primeros entornos en los que los niños adquieren sus primeros modelos lingüísticos. En consecuencia, ambos deben interrelacionarse para que el desarrollo del lenguaje sea enriquecedor.
Centrándonos en el desarrollo de la comunicación, la escuela cumple el papel fundamental de potenciar la comunicación, así como de compensar los posibles déficits lingüísticos del entorno en que vive el niño y proporcionar experiencias y situaciones que amplíen el léxico. De este modo, la escuela constituye el entorno privilegiado donde enseñar las habilidades comunicativas desde el punto de vista más reglado. Es en este contexto donde dichas habilidades forman parte del conjunto de contenidos curriculares obligatorios en todas las etapas educativas. Las aulas son los escenarios de acción práctica en las que tiene lugar esta enseñanza de una forma natural y experiencial.
Otro de los elementos principales de la comunicación, junto al lenguaje, es el entorno entendido como soporte físico, el decorado o escenario donde se produce la enunciación.
El entorno puede convertirse en un agente activo de la comunicación siempre y cuando nos aporte las claves para configurar y utilizar adecuadamente los mensajes. De este modo, el lenguaje que podamos utilizar varía conforme a las demandas de cada contexto (hogar, escuela, ocio…).
A partir de ello consideramos el aula como un espacio de comunicación didáctica especial.
En este sentido, el entorno del aula debe ser un espacio construido por y para el alumno dentro de un clima colaborativo, participativo y motivador de su aprendizaje general y lingüístico en particular. Este ambiente debe incitar y ayudar al desarrollo de las habilidades comunicativas, favoreciendo el crecimiento personal y grupal.
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